Demencia:
el camino
más alto y más desierto.
Oficio de las máscaras absurdas; pero tan humanas.
Roncan los
extravíos;
tosen las
muecas
y
descargan sus golpes
afónicas
lamentaciones.
Semblantes inflamados;
dilatación
vidriosa de los ojos
en el
camino más alto y más desierto.
Se erizan los cabellos del espanto.
La mucha luz alaba su inocencia.
El patio del hospicio es como un banco
a lo largo
del muro.
Cuerdas de los silencios más eternos.
Me hago la señal de la cruz a pesar de ser judío.
¿A quién llamar?
¿A quién
llamar desde el camino
tan alto y
tan desierto?
Se acerca Dios en pilchas de loquero,
y ahorca
mi gañote
con sus
enormes manos sarmentosas;
y mi canto
se enrosca en el desierto.
¡Piedad!
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